Cosas que
le vienen a uno a la cabeza en los momentos menos esperados. Esta mañana,
mientras me caía el agua de la ducha en la cabeza, pensaba en un nuevo día en
mi nueva vida y mi nueva rutina. Un nuevo día en el que todo es nuevo, en el
que todo es diferente y en el que cada cosa que ocurre puede ser una verdadera
aventura.
Pensaba
en cómo me voy a tener que ir amoldando a esta nueva vida, a este nuevo entorno
y a estas nuevas costumbres, y en cómo irá cambiando mi personalidad con tanto
cambio a mi alrededor. Me he llegado a plantear si poco a poco iré perdiendo
esas cosas que me hacen ser yo, esas cosas (las que sean) que me caracterizan y
que, cuando alguien me conoce, también las reconoce como “las cosas de Gus”. Y
me ha dado un poco de cosilla. Ya no sólo por mí, si no por los que vendrán, aún
por formar y desarrollar esas cosas.
No quiero creerlo |
Me ha
dado por pensar que, al final, esa gran frase que decía “yo soy yo y mis
circunstancias”, va a ser más cierta que cualquier otra afirmación que pueda
venir al caso. Uno es lo que es, y se va moldeando, según lo que le ha tocado
vivir, según lo que le ha tocado pasar, según lo que ha aprendido, según lo que
le han enseñado (y cómo se lo han enseñado) y, sobre todo, según su entorno. Si
cambia nuestro entorno, parece lógico pensar que algo, una parte, una gran
parte o una mínima parte de nosotros, también cambia, o evoluciona o lo que se
quiera decir (aquel río de Platón me viene ahora a la memoria). En esencia, uno
no deja de ser uno mismo, pero ¿qué cosas van cambiado con ese nuevo entorno? ¿Acabaré
llevando sandalias con calcetines y empleando mis fines de semana en limpiar el
coche y arreglar mi jardín?
Espero que no.
Sobre el
tema de las nacionalidades, que he podido leer algo hoy, no hablo porque eso de
pertenecer a un cachito de terruño, al final, como que no me identifico con
ello. Me preocupa más el tema de las personalidades, que es a lo que voy.
¿Qué va a
pasar con mis lebreles? ¿Ellos cambiarán su
carácter para ir amoldándolo a sus nuevas costumbres, a su nuevo
entorno? No quiero, y no voy a dejar que así sea, pero, quizás no pueda yo solo,
impedir que esa corriente, acabe por sumirnos a todos en ese cauce de orden, in-expresividad y aparente control de todo.
Me da
pena cuando veo a los chicos jóvenes saludarse. Esos que se suponen que son tu
grupo de amigos en el que te sientes aceptado, seguro, y cómodo, lejos del
coñazo de tus padres, que se han convertido en esas dos personas que me quieren
amargar la vida. Ves
cómo se acercan, “gritando” por la “alegría” de verse y, cuando llega el
momento de expresarla con un gesto, aparece ese beso que le das al aire a tu tía,
la que tiene pelos en la barbilla y pincha, y que no te gusta nada acercarte a
ella, o ese abrazo a medias, que te quedas como descolgado, medio apoyado… Y
eso es un saludo cariñoso y que une lazos de amistad. Y me quedo frío, porque
veo que mis lechones no son así. Son pequeños, pero llenos de espontaneidad, de
entusiasmo, de no tener normas de volúmenes altos, o de darte un abrazo sin
venir a cuento porque necesitan decirte que contigo se sienten muy bien. Y no
quiero que eso se diluya con el tiempo. No quiero esos abrazos fofos, esas
manos en lugar de esos dos besos cargados de afecto… No. Y no quiero dejar de
ser yo.
Creo que
me voy a convertir en un verdadero Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Seré uno en el
trabajo y en el entorno que me rodee, y otro en mi ambiente, con los míos,
porque es importante que, sin poner una etiqueta, reconozcan que son
diferentes, que vienen de otro sitio, y que ese sitio, para bien o para mal
(esperemos que más para lo primero), les hace diferentes a su entorno, por lo
que no deben flagelarse si les resulta hostil. Sería lo más normal.
No quiero
y no quiero que ellos quieran.
Tal cual.
1 comentario:
Yo no me obsesionaria con eso campeón. Creo que tendrás que actuar como te pida el cuerpo en cada momento de forma natural. Evidentemente seguro que en el trabajo no serás como en los trabajos que has tenido en España. Incluso con depende que gente, tendrás que cuidar de que no se pueda malinterpretar alguna broma o gracia. Pero con los lechones... pues creo que da igual donde estés, el trato depende de la persona, no de donde estés. En todos los sitios hay gente así y asao aunque ciertos comportamientos sean más comunes en un lado que en otro.
Lo dicho tira palante y no te rayes con cosas que en gran parte están fuera de tu alcance que ya tienes bastantes retos por delante.
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