jueves, 10 de abril de 2014

No me da la gana...

Cosas que le vienen a uno a la cabeza en los momentos menos esperados. Esta mañana, mientras me caía el agua de la ducha en la cabeza, pensaba en un nuevo día en mi nueva vida y mi nueva rutina. Un nuevo día en el que todo es nuevo, en el que todo es diferente y en el que cada cosa que ocurre puede ser una verdadera aventura.

Pensaba en cómo me voy a tener que ir amoldando a esta nueva vida, a este nuevo entorno y a estas nuevas costumbres, y en cómo irá cambiando mi personalidad con tanto cambio a mi alrededor. Me he llegado a plantear si poco a poco iré perdiendo esas cosas que me hacen ser yo, esas cosas (las que sean) que me caracterizan y que, cuando alguien me conoce, también las reconoce como “las cosas de Gus”. Y me ha dado un poco de cosilla. Ya no sólo por mí, si no por los que vendrán, aún por formar y desarrollar esas cosas.

No quiero creerlo
Me ha dado por pensar que, al final, esa gran frase que decía “yo soy yo y mis circunstancias”, va a ser más cierta que cualquier otra afirmación que pueda venir al caso. Uno es lo que es, y se va moldeando, según lo que le ha tocado vivir, según lo que le ha tocado pasar, según lo que ha aprendido, según lo que le han enseñado (y cómo se lo han enseñado) y, sobre todo, según su entorno. Si cambia nuestro entorno, parece lógico pensar que algo, una parte, una gran parte o una mínima parte de nosotros, también cambia, o evoluciona o lo que se quiera decir (aquel río de Platón me viene ahora a la memoria). En esencia, uno no deja de ser uno mismo, pero ¿qué cosas van cambiado con ese nuevo entorno? ¿Acabaré llevando sandalias con calcetines y empleando mis fines de semana en limpiar el coche y arreglar mi jardín? 

Espero que no.

Sobre el tema de las nacionalidades, que he podido leer algo hoy, no hablo porque eso de pertenecer a un cachito de terruño, al final, como que no me identifico con ello. Me preocupa más el tema de las personalidades, que es a lo que voy.

¿Qué va a pasar con mis lebreles? ¿Ellos cambiarán su  carácter para ir amoldándolo a sus nuevas costumbres, a su nuevo entorno? No quiero, y no voy a dejar que así sea, pero, quizás no pueda yo solo, impedir que esa corriente, acabe por sumirnos a todos en ese cauce de orden, in-expresividad y aparente control de todo.

Me da pena cuando veo a los chicos jóvenes saludarse. Esos que se suponen que son tu grupo de amigos en el que te sientes aceptado, seguro, y cómodo, lejos del coñazo de tus padres, que se han convertido en esas dos personas que me quieren amargar la vida. Ves cómo se acercan, “gritando” por la “alegría” de verse y, cuando llega el momento de expresarla con un gesto, aparece ese beso que le das al aire a tu tía, la que tiene pelos en la barbilla y pincha, y que no te gusta nada acercarte a ella, o ese abrazo a medias, que te quedas como descolgado, medio apoyado… Y eso es un saludo cariñoso y que une lazos de amistad. Y me quedo frío, porque veo que mis lechones no son así. Son pequeños, pero llenos de espontaneidad, de entusiasmo, de no tener normas de volúmenes altos, o de darte un abrazo sin venir a cuento porque necesitan decirte que contigo se sienten muy bien. Y no quiero que eso se diluya con el tiempo. No quiero esos abrazos fofos, esas manos en lugar de esos dos besos cargados de afecto… No. Y no quiero dejar de ser yo.

Creo que me voy a convertir en un verdadero Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Seré uno en el trabajo y en el entorno que me rodee, y otro en mi ambiente, con los míos, porque es importante que, sin poner una etiqueta, reconozcan que son diferentes, que vienen de otro sitio, y que ese sitio, para bien o para mal (esperemos que más para lo primero), les hace diferentes a su entorno, por lo que no deben flagelarse si les resulta hostil. Sería lo más normal.

No quiero y no quiero que ellos quieran.


Tal cual.

1 comentario:

Unknown dijo...

Yo no me obsesionaria con eso campeón. Creo que tendrás que actuar como te pida el cuerpo en cada momento de forma natural. Evidentemente seguro que en el trabajo no serás como en los trabajos que has tenido en España. Incluso con depende que gente, tendrás que cuidar de que no se pueda malinterpretar alguna broma o gracia. Pero con los lechones... pues creo que da igual donde estés, el trato depende de la persona, no de donde estés. En todos los sitios hay gente así y asao aunque ciertos comportamientos sean más comunes en un lado que en otro.

Lo dicho tira palante y no te rayes con cosas que en gran parte están fuera de tu alcance que ya tienes bastantes retos por delante.