lunes, 25 de junio de 2012

Galería de Flickr


 



La galería de guroza en Flickr.
Puedes encontrar aquí las fotos mostradas...

VERSIONADO


Una de las secciones que me gustaba hacer en la v 1.0 del blog era las versiones de algunos temitas conocidos por parte de algunos grupos no tan conocidos. No es que mi conocimiento musical sea muy amplio pero, de vez en cuando, alguna cae en mis manos como para poder colocarla aquí.

Se admiten peticiones.


Eleanor Rigby_Thricehttps://youtu.be/cAhFUXOxm_w


sábado, 23 de junio de 2012

NOSTALGIA

Hay algo que digo ahora con frecuencia y es que los niños me han hecho mayor. No llego, ni de lejos, a los cuarenta, pero uno empieza a ver signos de que la vida de joven se le va alejando, a pesar de los intentos de amarrarse a ella, en ocasiones desesperados.



Me veo reflejado en tantas cosas con ellos, en tantos comportamientos, en tantos gestos y, a la vez, me vienen a la memoria tantas cosas de mis padres, que es ahora cuando me doy cuenta del valor de aquellas palabras. Es genial pensar que puedes decir algo que, pasado el tiempo, atravesando las fronteras de lo cuántico y desafiando a Einstein, vienen del pasado al futuro como si nada, pero mostrando todo el peso y todo el valor que tenían. 

Son frases, situaciones, momentos de lo cotidiano, que se repiten, con otros actores pero, en el fondo, son lo mismo. Con los mismos miedos, las mismas expresiones (juré que no repetiría algunas frases lapidarias e inevitablemente, vienen a mi boca como pronunciadas por mis padres), los mismos errores que pretendía no cometer y mejorar (¿¿no decían que se aprende mejor cuando la lías que cuando aciertas?? Debe ser que estamos avocados a repetir cíclicamente nuestra historia, cagadas incluidas). 

Me gusta pensar, además, que uno no pierde el poso de lo que le ha ido acompañando siempre, que, a fin de cuentas, forma parte de su identidad. Me gusta seguir disfrutando de cosas que, para muchos, pueden ser infantiles, o no bien vistas en el mundo adulto (en otra ocasión debería hablar de los modelos conceptuales de nuestra sociedad, plagados de hipocresía), pero que, con los niños, uno aprende a revivir y evocar como el primer día. 

Llego a la conclusión de que, sin yo quererlo, me voy asomando al mundo "viejuno", ese en el que los niños miran a sus padres como si fueran bichos raros en ocasiones en el momento de contar batallas. Y, mira tú, aún recuerdo una tarde con mis abuelas, contándonos cómo fue aquello de vivir en una Guerra Civil. Entonces me aburrían esas historias y, ahora que una de ellas no está, anhelo el poder seguir escuchando cada palabra de todas aquellas magníficas secuencias, tan perfectamente narradas, que ahora no puedo tener.

Definitivamente, creo que me he hecho mayor.

miércoles, 20 de junio de 2012

(DES)AGRADECIDOS

Es algo curioso cómo funcionamos en esta sociedad y, más en concreto, en la española, que es la que me ha tocado. Somos una especie rara, donde el adjetivo "peculiar" se nos queda corto. 

Si tuviera que destacar tres rasgos que definan la personalidad general de los españoles creo que me decantaría por cotillas, (des)agradecidos y sabelotodos - en otra entrada procuraré destacar algún aspecto positivo, que, digo yo, alguno tendremos -

Nos encanta meternos en los calzoncillos de todo el mundo, conocer sus miserias y ponerlas a parir (porque eso nos hace sentir mejor, ya que no tenemos que mirar las nuestras) y, además, opinar absolutamente de todo, aunque no tengamos ni idea de lo que hablamos o no nos haya dado tiempo a formarnos una sobre algún tema en especial...

Pero, casi me molesta más la de desagradecidos. 

Se da el caso que uno, en su trabajo, trata de hacerlo lo mejor posible, máxime cuando la dedicación de un servidor es hacer casitas para que la gente desarrolle en ella sus vidas. Mi filosofía es que cada casa es la de uno mismo y que las cosas deberían quedar, al menos, como a uno le gustaría en su propia casa. A nadie le gusta ver sus enchufes torcidos, sus azulejos desconchados, o una puerta arañada. 

Siguiendo esta máxima, mi compañero apuntaba con muy buen criterio que, antes (marcaremos un hito para ubicarnos en el tiempo: antes de perder el sentido común) se estilaba agradecer al maestro la labor desempeñada con los hijos, o al médico el habernos sacado de un apuro con la salud, pero, mira tú: a la gente que te entrega una casa se la valora por "la pasta que me habéis sacado", como si los que estamos todos los días en el trabajo impusiésemos los precios...Esos son otros. 

A colación de lo anterior, cabe destacar que andamos metidos en un regalo común para agradecer a la profesora de la guardería lo contentos que hemos quedado con el trato y cariño recibido con los niños. De ahí que uno piense: y si valorásemos algo más la labor de aquel que tenemos más cerca? 

Hace unos días, me quedé esperando en el coche a que se despertaran los niños, mientras mi mujer compraba. En ese tiempo, mi atención se fijaba en un barrendero del Ayuntamiento que, esa tarde de fin de semana, en lugar de estar con su novia, su mujer o sus hijos, estaba trabajando porque aquella calle quedara limpia, no sólo de restos, sino de raíces que acababan levantando la acera (algo que, posteriormente, me acabaría repercutiendo a mí, porque me freirían a nuevos impuestos para arreglar esa acera). La calle podría medir, tranquilamente, 3 Km, y el barrendero llevaría algo más de la mitad... Pensé en ello y quise bajar del coche para decirle que, si no lo había hecho nadie antes, yo sí le agradecía su labor, que consideraba importante para mí. Supongo que se habría quedado con una cara de estupefacción completa. 

En esta pérdida de valores galopante en la que anda metida esta sociedad, de lo inmediato y lo material, parece hasta necesario tener un minuto de sosiego y aclarar la mente con cosas no demasiado profundas, pero que nos ayuden a limpiar un poco el espíritu (si existe), la conciencia (si la tenemos) o las ideas (si las formamos) sobre qué hacemos y qué podemos hacer para sentirnos un poco mejor. 

Quizás escuchando esta canción, algo cambie...

miércoles, 6 de junio de 2012

Una luz de esperanza

EL MONSTRUO Y LA ESPERANZA


Los nubarrones que hace unos meses sentíamos como aún algo lejanos y que, a día de hoy, son una verdadera tormenta de ácido que cae sobre nosotros, desgastándonos nuestra paciencia, nuestro ánimo, nuestra moral y nuestro espíritu, no nos dejan ver que, allá fuera, otra vida es posible. Una vida diferente,  donde la palabra CRISIS y sus tentáculos, que se extienden a todos los rincones, no sólo afecte a unos, mientras otros, son capaces de vivir ajenos a ella, no lo acaparen todo,una vida donde no se despierte ese monstruo que devora futuros y esperanzas a diario.

Ese monstruo ya ha llegado, alimentado por todos los que, en su día, quisieron mirar para otro lado. Los mismos que ahora se miran unos a otros, buscando culpables, sin saber qué hacer, y dejando que sean los demás los que den el primer paso para liberanos de él, contándonos historias que, a base de repetirlas, creen, se van a convertir en realidad.

Y, entre todas las cosas horrorosas que a diario nos invaden, gracias a los medios de comunicación (a veces uno se plantea qué es la verdadera libertad de expresión y si, para que sea precisamente, eso, libre, no deberían filtrarse determinados contenidos absurdos, supérfluos e irrelevantes para miles de personas que, a día de hoy, comienzan una pesadilla cada mañana, al despertarse, pensando: ¿qué será hoy de mi vida?), existen historias, verdaderas historias de gente que, a pesar de todo, no borran su sonrisa de la cara ni pierden eso que todos llamamos esperanza, que, para algunos, no es más que un anhelo irreal de algo que, materialmente, es imposible alcanzar.

Se desprende cierto aire poco optimista de todo esto, pero el panorama no ayuda a ser una de esas personas que cree que, con esfuerzo y voluntad, casi todo es posible en la vida.

A mí me da por pensar, a veces, hasta qué punto somos libres de decidir qué queremos hacer en la vida y con nuestra vida. Y llego siempre a la conclusión de que mi libertad nunca será plena, nunca podré optar a desarrollar mis ideas y mis actos de manera completa, ya que, en la mayoría de los casos, cualquier decisión que tome, siempre estará limitada por algo o alguien que, de entrada, no sabe que existo, pero que ya se ha encargado de coartarme y cargarme con problemas y limitaciones que yo no he decidido tener.

Pienso mucho en los años de instituto y universidad, donde pensabas que estabas trabajando para un fin mayor y mejor que sería poder decidir qué hacer con tu vida y cómo ganártela de la manera más digna, honerosa y gratificante posible. De momento, creo que sólo alcanzo el primero de los objetivos.

La idea es ¿por qué no nos dejan llegar a los otros dos? ¿Por qué tenemos que poner nuestra libertar a disposición de aquellos que juegan con nuestro futuro sin llegar siquiera a conocernos? ¿Por qué, si no queremos que el monstruo que han creado, nos devore, no podemos ponerlos a ellos en primera fila y que sean la tajada a la que fagocitar? ¿Por qué tengo que quedarme viendo el barco hundirse mientras los que lo han hecho naufragar, han copado todos los botes? Ese barco era mi futuro. El mío y el de muchos más, que somos los que, ahora, debemos esperar la luz del faro, mientras los demás ya han llegado, hace mucho, a la costa, sin problema.

Miras de reojo, no vaya a ser que, al final, sea el monstruo, y no la esperanza, el que, finalmente, se apodere de ti, y te haga dejar de nadar para llegar a la orilla.