sábado, 23 de junio de 2012

NOSTALGIA

Hay algo que digo ahora con frecuencia y es que los niños me han hecho mayor. No llego, ni de lejos, a los cuarenta, pero uno empieza a ver signos de que la vida de joven se le va alejando, a pesar de los intentos de amarrarse a ella, en ocasiones desesperados.



Me veo reflejado en tantas cosas con ellos, en tantos comportamientos, en tantos gestos y, a la vez, me vienen a la memoria tantas cosas de mis padres, que es ahora cuando me doy cuenta del valor de aquellas palabras. Es genial pensar que puedes decir algo que, pasado el tiempo, atravesando las fronteras de lo cuántico y desafiando a Einstein, vienen del pasado al futuro como si nada, pero mostrando todo el peso y todo el valor que tenían. 

Son frases, situaciones, momentos de lo cotidiano, que se repiten, con otros actores pero, en el fondo, son lo mismo. Con los mismos miedos, las mismas expresiones (juré que no repetiría algunas frases lapidarias e inevitablemente, vienen a mi boca como pronunciadas por mis padres), los mismos errores que pretendía no cometer y mejorar (¿¿no decían que se aprende mejor cuando la lías que cuando aciertas?? Debe ser que estamos avocados a repetir cíclicamente nuestra historia, cagadas incluidas). 

Me gusta pensar, además, que uno no pierde el poso de lo que le ha ido acompañando siempre, que, a fin de cuentas, forma parte de su identidad. Me gusta seguir disfrutando de cosas que, para muchos, pueden ser infantiles, o no bien vistas en el mundo adulto (en otra ocasión debería hablar de los modelos conceptuales de nuestra sociedad, plagados de hipocresía), pero que, con los niños, uno aprende a revivir y evocar como el primer día. 

Llego a la conclusión de que, sin yo quererlo, me voy asomando al mundo "viejuno", ese en el que los niños miran a sus padres como si fueran bichos raros en ocasiones en el momento de contar batallas. Y, mira tú, aún recuerdo una tarde con mis abuelas, contándonos cómo fue aquello de vivir en una Guerra Civil. Entonces me aburrían esas historias y, ahora que una de ellas no está, anhelo el poder seguir escuchando cada palabra de todas aquellas magníficas secuencias, tan perfectamente narradas, que ahora no puedo tener.

Definitivamente, creo que me he hecho mayor.

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