Una luz de esperanza |
EL MONSTRUO Y LA ESPERANZA
Los nubarrones que hace unos meses sentíamos como aún algo
lejanos y que, a día de hoy, son una verdadera tormenta de ácido que cae sobre
nosotros, desgastándonos nuestra paciencia, nuestro ánimo, nuestra moral y
nuestro espíritu, no nos dejan ver que, allá fuera, otra vida es posible. Una
vida diferente, donde la palabra CRISIS y
sus tentáculos, que se extienden a todos los rincones, no sólo afecte a unos,
mientras otros, son capaces de vivir ajenos a ella, no lo acaparen todo,una
vida donde no se despierte ese monstruo que devora futuros y esperanzas a
diario.
Ese monstruo ya ha llegado, alimentado por todos los que,
en su día, quisieron mirar para otro lado. Los mismos que ahora se miran unos a
otros, buscando culpables, sin saber qué hacer, y dejando que sean los demás
los que den el primer paso para liberanos de él, contándonos historias que, a
base de repetirlas, creen, se van a convertir en realidad.
Y, entre todas las cosas horrorosas que a diario nos
invaden, gracias a los medios de
comunicación (a veces uno se plantea qué es la verdadera libertad de expresión
y si, para que sea precisamente, eso, libre, no deberían filtrarse determinados
contenidos absurdos, supérfluos e irrelevantes para miles de personas que, a
día de hoy, comienzan una pesadilla cada mañana, al despertarse, pensando: ¿qué
será hoy de mi vida?), existen historias, verdaderas historias de gente que, a
pesar de todo, no borran su sonrisa de la cara ni pierden eso que todos
llamamos esperanza, que, para algunos, no es más que un anhelo irreal de algo
que, materialmente, es imposible alcanzar.
Se desprende cierto aire poco optimista de todo esto, pero
el panorama no ayuda a ser una de esas personas que cree que, con esfuerzo y
voluntad, casi todo es posible en la vida.
A mí me da por pensar, a veces, hasta qué punto somos libres
de decidir qué queremos hacer en la vida y con nuestra vida. Y llego siempre a
la conclusión de que mi libertad nunca será plena, nunca podré optar a
desarrollar mis ideas y mis actos de manera completa, ya que, en la mayoría de
los casos, cualquier decisión que tome, siempre estará limitada por algo o
alguien que, de entrada, no sabe que existo, pero que ya se ha encargado de
coartarme y cargarme con problemas y limitaciones que yo no he decidido tener.
Pienso mucho en los años de instituto y universidad, donde
pensabas que estabas trabajando para un fin mayor y mejor que sería poder
decidir qué hacer con tu vida y cómo ganártela de la manera más digna, honerosa
y gratificante posible. De momento, creo que sólo alcanzo el primero de los objetivos.
La idea es ¿por qué no nos dejan llegar a los otros dos?
¿Por qué tenemos que poner nuestra libertar a disposición de aquellos que
juegan con nuestro futuro sin llegar siquiera a conocernos? ¿Por qué, si no
queremos que el monstruo que han creado, nos devore, no podemos ponerlos a
ellos en primera fila y que sean la tajada a la que fagocitar? ¿Por qué tengo
que quedarme viendo el barco hundirse mientras los que lo han hecho naufragar,
han copado todos los botes? Ese barco era mi futuro. El mío y el de muchos más,
que somos los que, ahora, debemos esperar la luz del faro, mientras los demás
ya han llegado, hace mucho, a la costa, sin problema.
Miras de reojo, no vaya a ser que, al final, sea el
monstruo, y no la esperanza, el que, finalmente, se apodere de ti, y te haga
dejar de nadar para llegar a la orilla.
1 comentario:
A 10 de Junio, el monstruo acecha más y más... en forma de rescate financiero.
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