viernes, 1 de enero de 2016

Refugiados y expatriados

De camino a casa, me apareció este pensamiento...



Mientras viajo de camino a España en mis vacaciones de mi trabajo encontrado fuera, en la "comodidad" del avión, leo en el periódico nuevas cosas (menos cada vez) sobre la llegada de refugiados a las costas griegas, con una foto tan impactante como la del niño tendido en una de las playas griegas o turcas; un padre, casi cubierto por el agua, sostiene en un brazo a un bebé y en el otro a su otro hijo, tratando de subirlos a un bote de rescate...yo miro a los míos, sentados en sus butacas del avión mientras ven el el portátil una película de dibujos y pienso que no sé de qué me quejo tanto por haber tenido que irme fuera de España a buscarnos la vida. Nada como una dosis de buena realidad, para que nos pongan en nuestro sitio...

Yo soy tan normal como tú... y tenía mi vida

No puedo alcanzar a comprender el grado de desesperación que esas familias deben sentir para arriesgarse de esa manera...ellos y sus familias.
La mitad de los fallecidos en las costas, son niños...un dato así le deja a uno helado. 
La foto del pequeño tendido en la playa y, posteriormente, recogido por un miembro de salvamento marítimo dio la vuelta al mundo. Para mí, fue todo un shock al verla...creo que está cargada de tanta tragedia q podrían habérsela ahorrado muchos medios q querían buscar más el sensacionalismo y la venta de ejemplares q dar una noticia.

Detrás de esa foto hay historias tremendamente trágicas, de guerras basadas en intereses de países situados a miles de Kms de allí, con bombas lanzadas desde cómodos sofás por gente con las manos "limpias" y conciencias tranquilas (nada más lejos). Guerras donde los daños colaterales tienen la edad de mis hijos y madres como la de ellos, q darían (y finalmente acaban dando, aunque sin éxito) su vida por un mundo mejor para sus hijos. 

Ahora lo tapamos todo con las Navidades, las cenas y comidas de trabajo (el que lo tenga), las reuniones (el que pueda reunirse con los suyos) y los regalos, muchos innecesarios...esta realidad tan bruta, que solo sabe de extremos, ha aniquilado la capacidad de asimilación del personal, la mirada crítica, a base de repetirnos tragedia diaria en los medios. De tanto y tan a diario, preferimos mirar para otro lado, hacernos los sordos y ciegos, como cuando vemos a un mendigo en la calle q se dirige a nosotros...no miramos para tener nuestra conciencia tranquila, para no reprocharnos en ese momento, que somos culpables en cierta medida de todo lo q nos rodea. Yo soy uno más. 
Miro a los niños y me vuelve el recuerdo de ese padre desesperado tratando se sacar a sus hijos de esa desesperación.

Es abrumador pensar que uno solo no consigue cambiar un engranaje que devasta a esa velocidad...pensamos q con "democracia", como en estas recientes elecciones, el cambio es posible, que mi voto moverá las piezas en otro sentido...pero lamentablemente, no es así. Lobbies y empresas rigen los intereses, los gobiernos y las personas y no saben de familias emigradas ni de padres refugiados ahogándose en el mar...y cada año, por Navidad, debería uno manejar un poquito más de energía positiva, algo más de esperanza...pero, es tan difícil!

Desde hace tiempo, el coste de la felicidad o la alegría, es muy alto. Cada vez para más...en lo pequeño se encuentra lo más grande, pero no somos capaces de verlo. Eso no lo venden en los grandes almacenes.


Seguiremos intentándolo un año más.

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