sábado, 27 de agosto de 2016

Aprender...siempre aprender

Cosas que he aprendido al tener que irme a vivir al extranjero:


- que mi casa está donde está mi familia.
- que vivir sin ellos es lo más difícil que me ha pasado en este tiempo (afortunadamente...lo más difícil).
- que cualquier sacrificio merece la pena si le acompaña una sonrisa de ellos. 
- a echar de menos las cosas que antes daba por hecho (una calle, un entorno, una charla en el barrio...)
- que, a pesar de estar fuera, soy un verdadero afortunado. Que antes de venir, también lo era.
- que mi país de acogida no es tan malo como dicen, pero tampoco tan bueno como lo pintan. Que no solo deben envidiar nuestro sol. 
- el significado de la palabra frustración. 
- que mi frustración no es nada comparada con la de muchos otros. 
- que no echo de menos nada relacionado con la clase política de mi país, que no está a la altura de la gente que lo habita. 
- que a veces mi anterior idea se contradice con el pensamiento de que tenemos lo que nos merecemos. 
- que cualquier experiencia (no traumática) puede provocar un cambio en uno. Que nosotros somos los que debemos decidir si queremos que sea positivo.
- A saber buscar más cosas positivas y poder disfrutar de ellas. 
- a seguir hacia adelante...
- que me queda mucho por aprender.
- que tengo que saber diferenciar lo urgente de lo importante. y anteponer los segundo. 
- que un día sólo seremos recuerdos y fotos y que entre medias la vida son dos días. Vuelvo al punto anterior.

Quiero anotarme todas estas cosas antes de que se me olviden, antes de que la rutina me aplaste con mis "problemas" diarios, porque quiero que un día, cuando me toque echar la vista a atrás, las cosas vividas, puedan tener el aspecto más positivo posible para sacar una media sonrisa y pensar que aprendí algo de todo esto.
Relativizar es la clave pero lo fundamental anda en la azotea. Qué gafas para ver la vida nos ponemos cada día. Yo casi siempre llevo las del pesimista acérrimo, las del que se contradice entre lo que dice y lo que hace, y otros días me pongo las de repuesto y aprendo que soy muy gilipollas. Mucho más de lo que ya pensaba, que no era poco.
Cada periodo de desconexión territorial, como antiguamente, me provoca un aluvión de sensaciones de todo tipo, de esas con las que te comes el mundo y el cocido ese con el que te regalan el viaje si te lo consigues acabar. Al rato, me hablan cuatro en ese idioma dialectado y me pondría a llorar como un niño por no entenderlo. Y eso es porque mi perspectiva no sigue una línea clara a la hora de ver las cosas, sino que da tumbos y pasa por los mil estados anímicos de un año lunar.

Por eso iremos anotando qué sacamos poco a poco en claro de las etapas de nuestra vida, con el fin de aprender cosas y de echar un rayajo al final de la cuenta y decir que no salió mal del todo, que pasamos un buen rato
e hicimos lo mejor que se pudo. 

2 comentarios:

Unknown dijo...

Quizá mi opinión es algo subjetiva en este caso pero aparte de la interesante redacción, creo que es bastante acertada y no puedo más que sentirme altamente identificado.

Unknown dijo...

Quizá mi opinión es algo subjetiva en este caso pero aparte de la interesante redacción, creo que es bastante acertada y no puedo más que sentirme altamente identificado.