domingo, 13 de octubre de 2013

UNO Y NO MÁS

No hay nada como pegarle un vuelco a la rutina y la seguridad de tu entorno para tomar perspectiva y ser consciente de lo que tienes, de lo que pierdes con el cambio, valorarlo y, sobre todo, compararlo constantemente con tu nuevo entorno. El inconformismo, a veces, tiene estas cosas.
El cielo que nos cubre
Pero también, en esa comparación, encuentras elementos que son comunes a lo que ya conocías. Aspectos de los otros, del entorno, que no te son ajenos, que reconoces perfectamente y que, aún así, aún siendo de otros, podrían ser tuyos son problema. 

Conocer gente de diferentes países, sus costumbres, su manera de enfocar y abordar un tema, es tremendamente enriquecedor. Irán, Afganistán, Mongolia, Egipto, Rusia, Turquía... son un montón de personas con un montón de ideas diferentes...

Pero también hay algo que me ha llamado la atención en esta experiencia (vital) y es que la soledad es peligrosa en ocasiones, pero agudiza tu ingenio. Hace poco vi un documental/ serie (lo que sea) sobre un hombre que decidía pasar 65 días, por voluntad propia, como un náufrago. Atravesó por todo tipo de dificultades al perder absolutamente todas las comodidades que tenía en Inglaterra, pero aprendió a vivir con las cosas más simples y a sustentarse de la manera más elemental. Pero, lo peor de esa experiencia, según narraba, era la soledad. Hablaba con la cámara, ya que se grababa constantemente, pero no era una conversación. Sólo un monólogo. Y su necesidad de hablar y expresarse con otros le hacía sentirse cada vez más desanimado. 

No tan extremo pero, he de decir que la comunicación se ha vuelto para mí completamente fundamental. He sentido mucha impotencia cuando he querido hablar con alguien y no he podido por la dificultad del idioma. Me he sentido mudo y sin posibilidad de hacerme entender. Y no ha sido agradable. 

Pero, a la vez, me he dado cuenta de que la individualidad que está instaurada en nuestra sociedad global, a veces tiene su lado positivo. Me explico:

No puedo expresarme y comunicarme correctamente con los que me rodean, pero tengo necesidades que atender, como comprar comida, sacarme una tarjeta para el bus o empadronarme. En mi entorno, todo eso sería algo rutinario, sencillo y elemental. Sin la más mínima importancia. Fuera de él, todo es una aventura que puede ser estresante. Pero, por mí mismo, sin relacionarme con nadie, puedo comprar los productos en un autoservicio, puedo sacar mi tarjeta del bus en una máquina, puedo tomar un plano en la oficina de turismo e informarme de las cosas importantes... todo eso, sin comunicarme con nadie, sin decir nada más que lo mínimo. Bien, por un lado, porque soy capaz de alcanzar mi objetivo. Mal por el otro porque no estoy cubriendo mi otra necesidad, que es la de comunicarme. 

En fin, que todo tiene su lado bueno y, a pesar de lo malo, vale con darle la vuelta a la moneda. Siempre hay otra cara a la que mirar. 

P.D.: Sé que es un vídeo, a estas alturas, más que conocido y que se ha convertido en un pequeño símbolo de protesta (a la que me sumo), pero uno no puede evitar sentirse aludido por la historia.


1 comentario:

ms.harbour dijo...

Comunicación, que gran palabra.

A veces hablamos tanto sin decir nada y en otras ocasiones no hace falta decir nada para que se comprenda todo.

uff que filosofo a quedado.


MUY BUENO TU BLOG.
Me declaro seguidora ya!

http://aprendizdemoderna.blogspot.com.es/

@msharbour8