Escribir sin tener sobre qué hacerlo. Y no será por actualidad…
Quizás sea ese el problema; la abundancia de información,
de temas sobre los que pensar y opinar (creo que es el orden correcto, si bien
muchos se deciden a hacerlo a la inversa o, incluso, sin el primer verbo. Éso
está muy mal visto). Nuestros indeseables políticos nos deleitan cada día con
una nueva dosis de insensibilidad que le hacen plantearse a uno hasta qué punto
debemos aguantar esta situación.
Podríamos hablar y opinar sobre esa actualidad y no
encontraríamos nunca veinte opiniones iguales. Quizás todas estén bañadas por
el mismo esmalte del descontento general, pero, como a cada uno la cosa le
afecta según le funcione el día a día, pues así nos va. Creo que una marca
genética de los españoles es la del lema “si a mí no me toca, no va conmigo”.
No he hecho ningún estudio socio- científico por falta de medios económicos y
patrocinadores estatales o privados, pero dan ganas de salir a la calle con
papel y boli y preguntar a cincuenta mil personas (por tener una muestra
amplia) en qué medida le afecta el día a día político en su rutina diaria.
Veríamos que, los más indignados serían aquellos con más dificultades y los más
“pasivos”, por denominarlos de alguna manera, los que tienen como mayor
preocupación, mantener el estatus que han conseguido. A fin de cuentas, es lo
que muchos intentamos, pero los medios con los que contamos cada uno, y las
circunstancias que nos rodean son bien diferentes en cada caso. Eso sí; siempre
nos da por compararnos con el de al lado y, cuando salimos escaldados, nuestros
impulsos más oscuros nos llevan a despotricar contra el “agraciado” de nuestra
comparación. Otra gran seña de identidad impresa en nuestro genoma español.
Las últimas lecturas de estos días, me han permitido
repasar una visión subjetiva a todas luces de la evolución social de España en
el último siglo, sobre todo, desde los inicios y acontecimientos que
desembocaron en la Guerra
Civil, con todo lo que después ocurrió tras ella que, a día
de hoy, marca a fuego nuestra identidad en la piel de toro (utilizo muchos
tópicos de identidad que aborrezco incluso su escritura, para señalar aún más
otro gen español a todas luces: el de
“o conmigo, o contra mí”). Pensar que han pasado más de 70 años de aquello, de
los cuales, 40 años fueron de una dictadura permitida por muchos de los que hoy
en Europa nos siguen diciendo qué hacer con nuestras vidas sin conocernos, y
que seguimos atascados en aquellos temas que hoy, parecen cobrar fuerza y ser
más actuales que nunca. Los motivos: las mismas ideas con las mismas personas
(mismo perro, diferente collar). Es lo que tiene el ADN; que se transmite por
años, unos dicen que mejorado (no es el caso), para mantener la especie.
Pero, ojalá fuera un tema genético. Quizás podríamos
encontrar cura, pero del tema que hablamos es mucho más complejo. Es algo que
no conoce aún límites, que es innegable incluso en las más altas esferas de
cualquier sociedad medianamente desarrollada (quizás aún más en éstas), que
afecta al más pintado, ya vista como un pordiosero o cada zapato que calce
supere los 5000€. Estamos hablando de la estupidez humana.
Aquí marco una diferencia y me vengo arriba hablando de la
humanidad entera. ¿Quién dijo miedo? En una época donde decir lo que a uno le
viene en gana sin contrastar la información y sin aportar ningún tipo de
soporte que avale dicha opinión, está más que justificado que un panoli como yo
pueda hacer lo mismo.
Siempre se utilizan los mismo tópicos sobre lo que es
capaz de hacer el género humano con, para y contra sus congéneres. Somos
capaces de lo más horrendo y de lo más hermoso al mismo tiempo. Cada día hay
mil noticias de las dos versiones. Cada uno que elija la que quiera. Por mi
parte, me quedo con lo horroroso, más que nada porque doy por supuesto que lo
increíble y hermoso, es algo que debería venir de serie en todos nosotros, con
matices, claro.
En lo horroroso entra la actualidad diaria mundial y, más
cercana, la española. El
ASESINATO de 15 inmigrantes (a día de hoy) en la frontera con
Marruecos tras las acciones de la Guardia Civil, así como las declaraciones (que no
explicaciones) del Ministro del Interior y del Director General de dicho
Cuerpo, te hacen pensar en la crueldad que somos capaces de desarrollar. Y ya
no sé si me asusta más leer sobre lo ocurrido o sobre los que opinan de ello.
Aquí vuelve a aflorar el genoma español y la línea que nos viene separando
desde hace más de 70 años en dos mitades bien diferenciadas. Son de los míos o
están contra mí. Y hablo de los que apoyan y defiende esas acciones, y de los
que pensamos que un crimen como ese nunca está justificado y debería haber
responsables en los tribunales. Conclusión: seguimos teniendo que decidir en
qué bando colocarnos. Lo cual nos lleva a pensar en el tipo de sociedad en que
vivimos, y cómo pensamos que vamos a avanzar tirando cada uno de la cuerda en
sentido contrario.
Otra conclusión a la que llego: se acabó la cuerda. Quiero
otra. Y en esas estamos; en cambiar de cuerda. Y que cada uno entienda por cuerda lo que quiera, y que cada uno saque
su idea de cómo hacerlo, de qué propuestas colocar sobre la mesa para cambiar
su cuerda. Eso sí; algo que es innegable: si no te mueves, la cuerda sigue ahí,
y ganan los que se aprovechan de tu estatismo, de tu apatía y de tu ignorancia,
pensando que “si a mí no me afecta, no va conmigo”. ¿Invertimos en genética o
en educación?
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